Crónicas de Muñozo: «El buen Juez».

Por muchos años le regalé dinero a la Municipalidad de Panguipulli, ya que no entendía la lógica de la ley, que establecía que debía estacionar en un lugar indicado para ello, y por distracción o apuro, no lo hacía, dejando estacionado el vehículo de cualquier manera y en cualquier lugar. Ni hablar de tener los papeles al día, como por ejemplo el permiso de circulación, la revisión técnica y el seguro automotriz, por lo que Carabineros me sacaba partes, en la mañana, en la tarde y en la noche, no importando si hacía frío, calor, si llovía o si se derretía las calles por el intenso calor que azotaba Panguipulli. Simplemente, aparecían como por arte de magia, papelitos sujetos la plumilla del parabrisas, los famosos partes empadronados. Otras veces, Carabineros me controlaban en cualquier calle, avenida, carretera. Ellos ya me conocían y cuando me veían venir raudo, se miraban entre sí y uno le decía al otro, mira, «allá viene un parte», y se frotaban las manos. Así, que me la pasaba mañanas enteras entre el Juzgado de Policía Local y la Tesorería municipal pagando un parte tras otro.. Las más de las veces, me hacían un descuento por pagar apenas me pasaban el parte, pero a veces era tanta mi rabia conmigo mismo, que me autocastigaba, pagando el parte en su totalidad. A decir verdad, perdí la cuenta de los partes. Según yo, eran injustos, pero la ley es la ley.

Con los años fui cambiando vehículos y también me fui redimiendo, por lo que ya carabineros no me sacaba partes, ya que increíblemente, ya que sufro del síndrome del aprendizaje tardío, entendí la lógica de tener todo al día y no regalar más plata a las arcas municipales.

Pasaron los años, muchos autos y muchos partes, pero muchos menos que antes, hasta que llegó el fatídico año 2017, conocí a un inspector municipal, un tipo algo bruto, al que encontraba que se parecía a un dibujito animado que yo veía por las tardes en la televisión blanco y negro en los años ochenta, después de regresar del colegio. No me acordaba exactamente como se llamaba, pero sí que tenía un compañero de parrandas, «Bubu» se llamaba. Pues bien, tuve la mala idea de comentarle a un conocido trabajador municipal, el que también había visto los mismos dibujitos y él si se acordaba. Me dijo muerto de risa «tú te refieres al Oso Yogi» y se murió de la risa, “siiii, dijo , es igualito. Tu sí que tienes talento para poner sobrenombres”. Ahí se me vino toda la imagen del susodicho. Era un oso bruto, inocente, ingenuo, pero bueno para comer. El inspector, en rigor, era igual. Como era de esperar, mi conocido municipal, no era capaz de guardarse nada, y no encontró mejor idea que contarle al Oso Yogi que yo le había apodado así. No había más remedio, todos lo comenzaron a llamar el Oso Yogi y este me agarró como era de esperar, un odio parido. Este, en venganza, se informó muy bien de las características de mi vehículo y se dio a la tarea de perseguirme por todo Panguipulli, solo para sacarme un parte por lo que fuera, como venganza, por haberle puesto el mote de Oso Yogi. Lo que no sabía el inspector municipal, era que yo sabía que me seguía incansablemente, por ello me aseguraba estacionar donde no pudiera concretar su venganza. Un día cualquiera, estacioné frente a la OMDEL, confiado en que no pasaría nada, pero en la confianza está el peligro y me fui a hacer un trámite a la Oficina del Registro Civil e Identificación, donde pude conversar brevemente, pero en profundidad con don Flavio Santana, él siempre dispuesto a los consejos y las palabras bien dichas. Al regresar al vehículo, el Oso Yogi había cobrado su venganza. En el parabrisas estaba su papelito con garabatos ininteligibles y con múltiples faltas de ortografía. Por mi parte, como que me indigné, por un momento, pero me fui a la Copec y me compré un capuchino con una media luna y me senté a pensar qué hacer y cómo revertir la venganza del Oso Yogi, que a esas alturas, estaría muerto de la risa en su casa. Después de un rato, mirando la plaza Arturo Prat, y con el recuerdo patente de sus árboles que ya no estaban, más tranquilo y con el plan de defensa grabado a fuego en la mente, regresé al vehículo a mirar dónde exactamente estaba la señalética que no había visto y que había originado el parte empadronado. Procedí a sacar muchas fotografías, en todas direcciones para comprender la acción.

Por otra parte, los vientos estaban a mi favor y estaba a cuarenta y ocho horas de viajar a Cuba a recorrer de punta a cabo la isla mayor del Caribe y me dije «esto no me va a arruinar el viaje». Procedí a doblar el papelito con los jeroglíficos del Oso Yogi en pequeños cuadraditos y lo guardé en la guantera. Miré la fecha que indicaba cuando presentarme ante el Juez, coincidía con mi regreso de Cuba, casi tres semanas después. Apenas puse un pie en Panguipulli, alise con una plancha caliente el parte todo arrugado, y procedí meticulosamente a revisar las fotografías. El golpe de vista me indicó de inmediato dónde estaba la falla, y me dije ¡¡Aja!!, el Oso Yogi no había calculado bien los detalles, en los cuales yo sí había reparado. Lo había descubierto. Hice el mayor esfuerzo de memoria y resulta que cuando estacioné, no me había percatado que el Departamento de Tránsito de la Municipalidad había cambiado el sentido del tránsito, sin embargo la señalética de “No estacionar” no se veía por ninguna parte, sumado a ello, la solera o cuneta que debía a esas alturas estar pintada completamente de amarillo rey, solo tenía la parte de arriba pintada de un amarillo tenue, casi blanco y la parte del costado, un blanco que encandilaba. Todo inducía a error a cualquier automovilista. Imprimí en color las fotografías, con fecha y hora, las que había tomado sólo minutos después que el Oso Yogi se fuera muerto de la risa por su venganza, y partí raudo al Juzgado de Policía Local, sin saber que don Armando Hormaechea había pasado a retiro. Venía preparado para todo, eso significa, enfrentarse y hacer valer mis argumentos. Me atendió una mujer de mediana edad, que cuando me vio, fue como ver al diablo en persona. Me dijo, con voz agresiva, “saque un número y espere”. Luego se escondió en su cuchitril y de ahí nunca más salió. Solo supe quién era cuando desde las cenizas del Juzgado de Policía Local, entre los escombros, encontré una carpeta de investigación donde esta mujer aparecía patrocinando una denuncia del municipio. Al lado de su firma, aparecía la firma del Rodrigo Afanador. El ambiente de esa oficina en verdad estaba pesado, enrarecido. Con los meses, comprendí el por qué. Aburrido de esperar, comencé a reclamar y levantar la voz, lo suficiente para hacerme escuchar. No paso ni un minuto y se abrió abruptamente una puerta, por donde salió un hombre joven, sonriente y con ganas de resolver problemas. Me observó por unos segundos, de cerca, y me preguntó cuál era el problema, le expliqué con la brevedad de un rayo y con fotografías en mano que lo que había hecho «el inspector», no le dije el apodo, y que estaba mal. Pidió el parte a sus subalternos… lo leyó con dificultad… …dijo “mmm… acá no se entiende nada y además está lleno de faltas ortográficas”. Me dijo secamente “Ya, pase… veamos esto para resolverlo”. Yo dije, en voz alta, para que me escucharan moros y cristianos «por fin alguien dispuesto a trabajar». Examinó las fotografías, y sin darse muchas vueltas, dictaminó: Estimado, me dijo, “el parte está bien sacado, sin embargo, como usted argumenta, la municipalidad no hizo bien su trabajo y la señalética con la pintura de la cuneta efectivamente, induce a error. Por esto, vamos a dejar sin efecto el parte. Es su culpa -me dijo- estacionar mal, pero también no se han hecho las cosas bien”. Llamó a una señora entrada edad, que después supe quién era. El buen juez, le ordenó con autoridad dejar sin efecto la infracción. Ella me miró con desprecio, como quien mira una cucaracha y al Juez como quien barre la oficina. Con el tiempo comprendí, de acuerdo a los numerosos antecedentes que todo Panguipulli a estas alturas ya maneja, esos ojos en llamas. Al salir, el Juez, me palmeó la espalda y me dijo: “vaya tranquilo”.

Así conocí a Patricio Thomas, el buen juez.

PATRICIO THOMAS Y EL ORIGEN FAMILIAR

Es el menor de 4 hermanos. Nacido en Temuco pero hijo de Panguipulli, como se define, producto de la unión matrimonial de don SALVADOR ELÍAS THOMAS RIADI (nacido en Panguipulli), y doña ISABEL GEMMA SOTO POSTLER (nacida en Valparaíso), el buen Juez es descendiente de una mezcla ancestral típica de nuestras tierras, pues proviene por su línea paterna de inmigrantes palestinos y por su línea materna de chilenos(preferentemente), con algunos antecedentes alemanes y franceses.

Sus abuelos maternos eran José Soto Meza, hijo de un ex secretario municipal de Valparaíso, que presidió la agrupación de agricultores menores de Panguipulli y doña Bert Postler Matzner, agricultora y dueña de casa, proveniente de una familia colona alemana de Pto. Octay.

Sus abuelos paternos, los más conocidos, fueron JUAN THOMAS y REGINA RIADI, quienes llegaron desde Palestina, pasando por otros pueblos y comenzaron a asentarse en nuestro pueblo hacia el año 1938 con un almacén y una tienda que hoy subsiste como la más antigua del pueblo.

Don Juan Thomas…“Nació a la actividad comercial en los albores de la formación del pueblo de Panguipulli, en circunstancias en que alumbraba la febril actividad de la explotación maderera… … más tarde, cuando vino la construcción de la planta hidroeléctrica de la central Pullinque, que dista solamente diez kilómetros de Panguipulli, supo la “Casa Juan Thomas” estar a la altura de las circunstancias, ocupando su privilegiado sitial de principal centro de abastecimiento en toda la zona”.[1]

Muchos de sus clientes, provenientes de la Cordillera de los Andes- Neltume, Choshuenco y Pirihueico-, viajaban en el famoso Barco Enco a abastecerse de ropa y víveres, al pueblo de Panguipulli.

El almacén tuvo su mayor auge hacia los años cincuenta, llegando a emplearse en él hasta veintitrés trabajadores que atendían en el local, más un grupo de diez costureras o modistas externas y un conjunto de hombres que ayudaban a acarrear mercadería incesantemente entre el muelle y el negocio de don Juan. Eran tiempos de oro para Panguipulli, en donde, para ese entonces, la madera era el auge económico de la zona.

Los intereses de Juan Thomas por hacer crecer el pueblo que lo acogía, fueron demostrados en distintas áreas, pues fue uno de los fundadores de la Cámara de Comercio de Panguipulli el 28 de noviembre de 1956, asumiendo el cargo de Primer Director. Por años también fue miembro y Director Honorario del Club Deportivo Cóndor, e igualmente uno de los socios fundadores y primeros directores de la 1º Compañía de Bomberos de Panguipulli (fundada el 1º de Octubre de 1952).

Cuentan los que lo conocieron que era un cazador de puntería envidiable y que con igual acierto realizaba los negocios.

Simpático y muy cercano a los niños, pues muchos de ellos obligaban a comprar a sus padres “donde don Juan” porque allí les regalaban dulces.

“Así encontramos una historia escrita en moldes de la sencillez como los atributos personales que le adornaron en su laboriosa existencia. Es él, don Juan Thomas A., que lamentablemente no alcanzó a vivir este instante de tanta alegría, como lo es para toda la gente de esta zona la celebración de la creación del Departamento de Panguipulli…”, “… fue siempre un gran impulsor del progreso en toda esta zona, que él quería tanto como su lejana Palestina”.

Hoy, y desde hace más de 55 años, el segundo de sus hijos, Salvador Thomas Riadi, es el continuador de un negocio familiar que cumple para estas fechas sus 84 años de existencia en Panguipulli.

FORMACIÓN ACADÉMICA Y LA VUELTA LARGA

Patricio Thomas, el buen juez, de alguna manera traía consigo una marca indeleble en la frente desde niño, por lo que no fue sorpresa para nadie que fuera elegido, por tres veces en su etapa escolar como “el mejor compañero”, tanto en la Escuela María Alvarado Garay como en el Instituto Salesiano de Valdivia (ISV). Venía con la idea de servir, entonces fue algo natural que se hiciera miembro honorario de la Primera Compañía de Bomberos de Panguipulli, donde su abuelo había sido fundador junto a otros vecinos.

En verdad, no se dio cuenta como pasaron los años- Luego de estudiar hasta sexto básico en la -en aquél entonces- Escuela D N° 217, María Alvarado Garay de Panguipulli. La familia entendió que debía enviarle a la Ciudad de Valdivia, al ISV, teniendo un fugaz paso también por el Colegio De La Salle en Temuco.

Desde los 12 años quería ser abogado, porque le cautivó la búsqueda de la justicia. Al `postular a la Universidad, luego de egresar del ISV, por el puntaje que obtuvo en la Prueba de Aptitud Académica (PAA) quedó en Ingeniería Forestal en la Universidad Austral de Chile, pero solo había postulado a esa carrera para quedar en una Universidad tradicional, pero no era lo suyo. También le atraía una universidad que tuviera una formación relacionada a las empresas familiares y ahí llegó a la Universidad Del Desarrollo en la ciudad de Concepción.

Manifiesta Patricio Thomas, el buen juez, que en su vida estudiantil fue más bien desordenado, aludiendo incluso con una honestidad brutal: “en aquél tiempo no pulí muy bien mis aptitudes para estudiar… los porrazos del primer año de la carrera universitaria me hicieron entender que había que estudiar a conciencia”. Pasaron los años turbulentos y entró en tierra derecha, el último semestre de Derecho postuló a intercambio y viajó a Madrid, donde no perdió el tiempo, y cursó en paralelo a sus estudios de pregrado, un postitulo de “Experto En Derecho Penal” que dictaba la Universidad de Salamanca (una de las más prestigiosas y de las 5 más antiguas del mundo). Al regreso de España, desembarcó en Chile con su egreso y derechito a dar su examen de grado, hacer su memoria en “Cabildos Indianos” (que son el antecedente de los municipios) y luego la práctica profesional en la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ) de Chiguayante.

Corría febrero del 2010 y encontró el terremoto a Patricio Thomas, el buen juez, en Concepción, haciendo la memoria y luego la práctica de abogado. Postuló a la SEREMI de Bienes Nacionales hasta que se abrió un cargo de abogado en la CAJ de Panguipulli, postuló y fue aceptado. A los 32 años, retornaba a Panguipulli después de que el hijo pródigo vivió la mitad de su vida fuera (Valdivia, Temuco, Concepción y Madrid). Dos años después, el 02 de Mayo del 2012- asumió el cargo que hasta hoy ejerce en paralelo al de Juez, manteniendo aún el cargo de abogado Jefe de la Corporación de asistencia Judicial de Panguipulli.

DE ABOGADO A BUEN JUEZ

Patricio Alejandro Thomas Soto, el año 2014 se encontraba ejerciendo (y hasta el día de hoy) como abogado jefe de la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ) y como Defensor penal de reemplazo, negociando su entrada como defensor titular en la comuna, y de un día para otro se abrió el concurso de Juez Titular de Policía Local de Panguipulli ante la renuncia del predecesor sr. Hormaechea.

Participaron doce abogados en ese concurso y la Ilustrísima. La Corte de Apelaciones de Valdivia nombró en los primeros dos lugares de la terna a dos abogados de la capital regional (Valdivia) y en tercer lugar a Patricio Thomas, el único postulante oriundo de Panguipulli, que se definió por sorteo luego de un empate con otros dos abogados. Lo tiraron a la suerte para dirimir y por esas cosas del azar, destino, la divina providencia, brujería o simplemente porque así debía ser, quedó el buen juez seleccionado. Había pasado la primera y difícil etapa de quedar en una terna y ahora comenzaba la carrera de los abogados para ocupar el puesto. Todos los aspirantes comenzaron a mover sus contactos e influencias, desde venir a hablar con el mismísimo alcalde del periodo, don René Aravena Rifo, hasta hablar con políticos de derecha para que hicieran “la cuña”, algo muy arraigado en nuestra cultura. Patricio hizo lo más sabio que podía hacer al respecto: “tomar palco”, y dejar todo en manos de la vida misma. Pasaron los días y una tarde cualquiera recibió el llamado del Alcalde Aravena. Lo convidó a conversar porque tenía en sus manos recientemente una terna compleja en donde él estaba tercero, pero el buen juez, Patricio Thomas, le manifestó que “no era el momento para hacerlo, pues faltaba el transcurso de unos días para que dicha terna estuviera firme”. Una vez firme la terna, el Alcalde lo volvió a llamar, concretaron la reunión y el alcalde que esperaba que Patricio le solicitará el cargo, se llevó una gran sorpresa, pues el postulante Sr. Thomas le manifestó con palabras simples y breves; «usted, nombre a quien le parezca, es más… si no me nombra a mí, no voy a andar hablando mal de su persona.» Al parecer esto hizo sentido en el Alcalde Aravena, quien le conocía desde niño, sabía cuáles eran sus sólidos valores, su formación familiar y académica. Con todo, el abogado Thomas, era una persona de Panguipulli que quería radicarse en sus tierras. Unos días después, nuevamente recibió un llamado del Alcalde, donde le comunicaba oficialmente que había ordenado la dictación del Decreto N° 69 de fecha 29 de mayo del 2014 para nombrar como Juez de Policía Local de Panguipulli a don Patricio Alejandro Thomas Soto, el buen juez.

 

PANGUIPULLI EN LLAMAS

(El día de la vergüenza).

El viernes 05 de febrero de 2021 fue un día caluroso, pero no tanto como los días que lo antecedieron, con casi 37° a la sombra.

Meses atrás habíamos comenzado a construir una nueva casa que reemplazaría a la “casa que no está en ninguna parte”. El trabajo de los días había sido agotador, más aún con un sol abrasador que no dejaba trabajar. Por momentos había que parar y “sombriar” un poco en el bosque que cruza el campo. Habíamos parado para almorzar y descansar un rato y luego regresar al trabajo. Almorzamos tarde, alrededor de las quince horas, (a eso de las 15:45) comenzó a sonar mi teléfono, era mi amigo y compañero Marco Lobo desde Curacautín, como no hablamos nunca por teléfono, me pareció extraña la llamada, por lo que respondí, no fuera a ser que sea por algo importante. Ahí me puso al día de lo que pasaba en Panguipulli, era la noticia que paraliza a todos los medios de comunicación existentes a nivel nacional, se INTERRUMPE la trasmisión de programas, teleseries, noticias de los días anteriores para dar paso a los sucesos de Panguipulli, habían matado a Francisco.

Regresamos al trabajo después de las 17 horas, a cada momento revisaba el teléfono celular para ir monitoreando la gravedad y el impacto del hecho de que un joven que conocíamos todos, recibiera (en un comienzo se habló de cinco proyectiles) cinco balazos a plena luz del día, en una ciudad como Panguipulli, que bullía de gente y automóviles.

Francisco se ganaba la vida haciendo un acto circense con espadas sin filo, mientras un colaborador del Alcalde Valdivia avecindado en Coñaripe a través de redes sociales, hacía una campaña de odiosidad contra mochileros y artistas callejeros, calificándolos de ESCORIA, segmento donde hacían ubicar a Francisco. La Cámara de Comercio de Panguipulli también había hecho lo suyo, solicitando al municipio mayor fiscalización. Entonces era de esperar que en algún momento estos jóvenes artistas (callejeros) fueran controlados por la autoridad policial.

Francisco no tuvo conciencia de cómo murió, solo dejó de existir en un par de segundos. Estaba exactamente a 40 pasos de la Municipalidad, donde a esa hora el ex Alcalde Valdivia fumaba en el balcón. Cuando escuchó los balazos, se percató que había muerto una persona en pleno centro de Panguipulli, sin embargo, siguió en sus labores, como si nada hubiera pasado. A esa hora, los medios masivos de comunicación ponían todos los ojos en Panguipulli. A media tarde, el Programa Hola Chile de la RED Televisión hace un enlace en directo con la Municipalidad y trata de recabar detalles del hecho y saber las impresiones del ex Alcalde. Para la sorpresa y vergüenza de los vecinos de nuestra comuna, el Sr. Valdivia, inició la entrevista, extasiado por la oportunidad de oro de salir en televisión, ya que eso le permitiría sin duda, avanzar en su candidatura a la reelección. Estaba feliz y se le notaba. De hecho, el primer diálogo fue algo jocoso y coloquial, que tuvo que ser el conductor de televisión el que tuvo que llamar al orden, ya que la situación era dramática, a 40 pasos de ahí, había un vecino de Panguipulli -ya a estas alturas- asesinado de seis balazos y la ciudad estaba conmocionada. Después las declaraciones del edil fueron para el bronce, no daba cuenta de que un ser humano yacía en el suelo y Panguipulli lo lloraba sin consuelo.

Las primeras declaraciones del asesinato de Francisco Martínez Romero, por parte del ex Alcalde Valdivia, Militante del Partido Socialista de Chile, fueron que la acción de Carabineros habría sido en «defensa propia» y lo importante era restablecer el orden público, relegando a segundo plano la pérdida de una vida. Ante dichas declaraciones ante distintos medios de comunicación, explotaron las redes sociales, recibiendo miles de comentarios en su contra, así como también críticas de otros medios de comunicación, que no daban crédito a la indolencia del ex Alcalde.

Las protestas espontáneas no se hicieron esperar, no solo en la ciudad, sino que en todo el país, tanto por la acción de Carabineros, como por las declaraciones del edil.

Pero la situación se seguía agravando, conforme la verborrea del ex Alcalde, la rabia e impotencia crecía. Después de Red Televisión, fue el turno de 24 Horas, quien entrevistó a Rodrigo Valdivia, éste señaló que “inicialmente uno podría ver que fue en defensa propia. Desconozco la motivación de Carabineros con respecto a esta acción”. Lo que siguió en la incontrolable verborrea fue increíble. Se comunica con Panguipulli el programa Conexión Tele13, ahí el ex Alcalde termina por hacer de la ciudad un polvorín, indicó que “a mi lo que me interesa es que se restablezca el orden público, hacer un llamado a los jóvenes, a los mochileros (…) pero yo insisto, la justicia tienen que imperar, pero también el restablecimiento del orden público. Me interesa que se restablezca el tránsito vehicular, peatonal, y que Panguipulli vuelva a la normalidad”. Es decir, le interesaba más el orden público que un joven muerto, exactamente, a 40 metros del lugar donde ya Francisco estaba en viaje hacia el otro lado. En la ciudad ya había protestas, llegaban las fuerzas especiales de Carabineros para controlar un posible estallido social. Los locales de comercio cerraban sus puertas anticipadamente y el ambiente era tenso.

No podemos olvidar tampoco el «basureo» a los dueños de casa, (LAS COMUNIDADES MAPUCHE DEL TERRITORIO) cuando el ex Alcalde Valdivia declara ante MEGA que los mochileros generaban un nivel de violencia que “ni siquiera las comunidades mapuches de mi comuna han tenido este nivel de violencia”, dejando entrever su prejuicio en contra del pueblo mapuche, calificándolo como un pueblo violento.

Fue en ese contexto y sin enterarnos, que nosotros seguíamos trabajando en hormigón para la fundación de la nueva vivienda. Estábamos agotados. A eso de las 21 horas decidimos parar para continuar un día después. A esa hora llegaban noticias de que en la ciudad de Panguipulli había enfrentamientos de cientos de personas, tanto vecinos como foráneos, contra Carabineros. Semáforos destruidos, locales apedreados, el lugar donde cayó horas antes Francisco era la zona cero. Me llamaban amigos de distintas zonas del país preguntándome detalles, pero yo no tenía más detalles que ellos, solo los arrojados por los medios oficiales y alternativos de comunicación. Me preguntaban cómo era posible que una comuna tan bella tuviera una autoridad que la condenara a su propio infierno.

Alrededor de las 21.30, nos sentamos a tomar once y recuperar fuerzas para proseguir al día siguiente, cuando alguien (no recuerdo quién) me envió unas fotografías de un incipiente incendio en las instalaciones de la Municipalidad. Eran apenas unas llamas en su interior. Me dije, tengo que bajar al pueblo. Le dije a mi Sra. y mi hija, vamos, esto es grave. Tomamos el automóvil y salimos desde Cultruncahue hacia la ciudad. Ya al tomar la ruta que comunica Panguipulli con Chauquén, en la oscuridad de la noche, la noche triste del cinco de febrero del 2021, se veía allá abajo la luz emanada de un gran incendio. Hice el comentario en voz alta, pero hablando conmigo mismo, “se va quemar entera la Municipalidad”. A la altura del cruce Labraña, se veía la circulación de cientos de vehículos que llegaban a la ciudad a ver de primera mano cómo se quemaba todo. Descendimos por la Escuela Manuel Anabalón, y nos estacionamos frente al mítico almacén Melmak, de la Familia Ampuero. Estaba todo oscuro, se había cortado el suministro eléctrico, aun así, desde ahí se veían las llamaradas que consumían en su totalidad la Municipalidad. Desde la tradicional verdulería La Chacra, se sentía el abrasante calor. Era algo increíble lo que estábamos presenciando. Le tomé la mano a mi hija Josefina, para que estuviera tranquila. Al llegar al lugar exacto donde había sido asesinado Francisco, que ya era un santuario, atiborrado de coronas de caridad, flores y neumáticos ardiendo, justo en ese instante, mis ojos no daban crédito a lo que sucedería treinta segundos después… “la Municipalidad en llamas, se derrumbaba, la oficina del ex Alcalde, era la primera en caer”. Solo cuando las llamas destruyeron el edificio de madera de más de 70 años de vida, caí en la cuenta que todo era más grave, también ardían en llamas las instalaciones de los Servicios Públicos y no era descabellado pensar que la Iglesia también ardiera, pero no fue así.

Horas antes, el ex Alcalde, al percatarse de que había “metido las patas” hasta el fondo, cambió la versión de sus dichos después del asesinato de Francisco, donde había dicho que la acción de Carabineros había sido en defensa propia, ahora declaraba que a Carabineros se había pasado la mano. A esa altura ya la Municipalidad ardía en llamas por los cuatro costados. El alcalde estaba atrapado en sus palabras. Días después, trató de hacer un “control de daños”, con una publicación en redes sociales donde “pedía disculpas por sus palabras”. Luego de ello se hizo un reportaje en La Tercera para declarar que había sido víctima de algo planificado en su contra… cada vez hablaba o ladraba, era peor, no había caso, y se llenaba de comentarios en las redes que le decían de todo. El sentimiento era generalizado en su contra y el manoseado truco político de la victimización -sencillamente- había fracasado. Ello explica en parte por qué a medida que pasaban los días se iban conociendo detalles del día del incendio. El ex Alcalde había declarado en las radios de la comuna, que ese día no había podido ingresar a Panguipulli, ya que estaba sitiada y estaba a 20 kilómetros de distancia. Luego por un colaborador de confianza, se sabía que en realidad estaba escondido en su céntrica casa dentro de la ciudad. No había regreso, su credibilidad se derrumbaba con la municipalidad y los distintos servicios públicos en llamas, entre ellos, el Juzgado de Policía Local, lugar de trabajo de Patricio Thomas, el buen juez.

Lo tomé como un presagio de lo que vendría y así fue.

En un día, Panguipulli cambió para siempre.

EL JUZGADO DE POLICÍA LOCAL EN LLAMAS

El Juzgado de Policía Local de Panguipulli, se quemó esa noche del 05 de febrero de 2021, sin embargo, ya venía quemándose desde hace un tiempo, al calor de un ambiente enrarecido y de mala leche contra el buen Juez, Patricio Thomas, ya que de acuerdo a los antecedentes hoy por todos conocidos, hubo una asociación entre personas para perjudicar en forma metódica, descarada y de una maldad sin límites al nuevo juez, que vino a poner orden y hacer valer su nombramiento.

Cuando el Juez asumió el 29 de mayo del 2014, venía de la escuela de la Defensoría. Como tal, se preocupó siempre de que las personas tuvieran la posibilidad de defenderse y escucharlas. Al menos escuchar sus argumentos y si no eran suficientemente probados, entonces ahí recién venía la sentencia condenatoria. Si eran probados, se podía rebajar, amonestar o incluso absolver, dependiendo del nivel de prueba y calidad de antecedentes.

Pero cuando llegó al Juzgado, a los usuarios que eran citados se les ponía la sentencia condenatoria en la cara (eso lo vivimos todos) y casi hablar con el juez era mal mirado. No había acceso a ser escuchado. El buen juez venía a acabar con eso, quería cumplir su rol (que todavía no puede cumplir al 100% por falta de personal, luego de la debacle provocada en la administración del ex Alcalde Valdivia) y darle a la gente la posibilidad de escucharles… ahí fue donde encontró a una persona que se vanagloriaba de llevar hacía unos 40 años un juzgado y nunca había visto que un juez abriera las puertas a los usuarios… Eso era compartido por la segunda a bordo, quien descansaba todo su trabajo en la antigua funcionaria y así cobraban horas extras.

Fue con la llegada de Rodrigo Afanador entonces donde empezó una carrera para lograr la destitución. Una zancadilla tras otra, hasta los comentarios a los usuarios para que reclamase en contra del juez. Una vez -desde dentro del Juzgado- se deslizó el comentario de que el juez conocía a la abogada de la contraparte de una usuaria y por ello le había fallado en contra, todo servía para desacreditarle.

Cuando le dio la orden a su equipo de funcionarios, que no se dictaba sentencia antes de la fecha de comparecencia de cada usuario, fue cuando se encontró con una pared. Sumado a lo anterior, cuando le quitó las horas extras a la tercera a bordo, empezaron a evidenciarse inmediatamente «entrampamientos» en las tramitaciones de las causas, se perdieron expedientes y fueron encontrados todos doblados entremedio de legajos ya armados hacía años… No se puede adelantar su autoría, porque existen juicios pendientes y el estándar probatorio penal es demasiado alto, pero si se puede evidenciar quiénes sí y quienes no tenían algo en contra de la labor del nuevo juez.

A su turno, luego de la denuncia del juez a la fiscalía y Contraloría por los desórdenes en secretaría, en un evidente acto de defensa de su asesora directa, el alcalde Valdivia acusaba a la Corte al juez para lograr la baja en sus calificaciones de Patricio Thomas y, con ello, su destitución.

Meses antes de que el Juzgado de Policía Local, junto a otros servicios y la municipalidad sucumbieran a las lenguas de fuego que se veían desde todos los puntos cardinales de la ciudad, todo Panguipulli accedió al audio de formalización de dos personas que habían sido advertidas al Juez que le estaban cavando la tumba. El Juez, sin embargo, reunió con paciencia y discreción todos los antecedentes y realizó una denuncia en contra de quienes resultaran responsables. La investigación arrojó como presuntas responsables a dos personas cercanas en orden jerárquico. El fiscal hizo lectura de los mensajes de WhatsApp cruzados entre las dos, dando cuenta de una intencionalidad macabra, de un hostigamiento brutal, en contra del buen juez, una denostación rayana en la ordinariez, y un lenguaje impensado en profesionales.

DIAS DE ESPANTO

Patricio Thomas y su familia lo pasaron mal, con una campaña gratuita de desprestigio, lo que se hizo carne cuando el buen juez se dio cuenta de lo que sucedía a sus espaldas en el Juzgado en que servía. Se encontraron expedientes doblados intencionalmente y escondidos en los más insólitos lugares, no importando el derecho de los usuarios, sino teniendo como evidente norte el entrampar la labor. Esta deleznable acción, buscaba generar reclamos ciudadanos hacia el buen juez, buscando su descrédito hacia los usuarios y luego su superior jerárquico, con el evidente empeño en lograr su destitución.

En el proceso de investigación, la PDI incautó teléfonos móviles, desde los que se revisaron las conversaciones de WhatsApp y encontraron la punta del iceberg. En la audiencia el fiscal leyó frases cruzadas entre las involucradas como “tengo tanto odio en mi corazón”. Con el tiempo, cuándo creíamos que todo terminaba ahí, llegó a cientos de celulares el audio de la lectura de la formalización de cargos. Una de estas personas, estratégicamente se hizo elegir en un cargo representativo de asociación de funcionarios, la misma que declaraba “lo único que quiero es vengarme de todos los que me caen como el hoyo” “y en la Municipalidad hay varios”, la misma que con profundo odio expresaba “No queda de otra, en Panguipulli hay una familia que es de la realeza, son los Thomas” “este c… tiene asegurada la vida por ser de la realeza panguipullense”…

Hay frases irreproducibles para un texto como éste, pero no menos graves que una declaración que se pone irresponsablemente al nivel del sufrimiento de las cientos y miles de mujeres víctimas de ultraje cuando dice que el Juez “se vaya con cuidado con nosotras, mire que ante el menor descuido me victimizaré como mujer, como eso está de moda ahora… y el que es tan temeroso de tutelas y weas” , replicada por su compañera de labores con un insensible deseo de muerte hacia el buen juez, declarando “démosle tiempo al tiempo, es posible ver el funeral de mi enemigo, sentada en el living de mi casa”. Cabe hacer presente que en otros mensajes tratan de travesti a otra funcionaria municipal.

Conviene aclarar que la causa reviste tal gravedad, insólita por decir lo menos, que se hizo parte en la querella el Consejo de Defensa del Estado.

Una vez formalizadas las dos funcionarias involucradas en la causa, como no podían desmentir los mensajes que ellas mismas escribieron, iniciaron una campaña de descrédito contra de los testigos clave. Respecto a la auxiliar de aseo trataron de sacarla, presentando acusaciones en nombre de la Asociación que dirige una de ellas, en nombre de una nueva funcionaria amiga de ellas y también intercambiando emails directos con el entonces edil Sr. Valdivia, emails en donde la funcionaria formalizada se victimizaba. Respecto al Juez, presentaron denuncias y querellas calumniosas que no prosperaron una vez que la PDI descartó las falsedades que la denunciante inventó contra el Juez.

Pero con el tiempo se descubrieron más desórdenes en secretaría y el Juez los denunció a Contraloría y al Juzgado de Garantía.

El ex Alcalde Valdivia, al ser consultado por Contraloría dijo no saber leer el texto, pero no solo alegó ignorancia sino que además tomó una actitud activa y, en lugar de perseguir la responsabilidad de su asesora personal, decidió enviar una misiva injuriosa y mal escrita hacia el superior jerárquico del Juez (La I. Corte de Apelaciones) con el objeto de concretar el plan de destitución del Juez Thomas. Al leer la acusación -digámoslo en buen chileno- se evidencia la “verborrea jurídica” escrita por su asesora y que el ex alcalde consintió dolosamente en firmar para lograr la destitución del buen juez. Para su sorpresa, la Corte no hizo eco de sus mentiras y en vez de iniciar el sumario contra Patricio Thomas, procedió a subir sus notas, lo que le dolió profundamente al edil.

La audiencia de formalización fue maratónica, conforme se iban conociendo los detalles de las conversaciones respecto al buen juez se evidenciaba el plan. El juez “se va a encontrar con una pared que no le permitirá avanzar”… …“Y súmele a eso lo de García… ahí hay que hacer un trabajo de joyería para “demostrar” que él (Patricio Thomas) nos odia” Intentando hacer creer que el juez las perseguía. Además, se caía la imagen de las dos funcionarias “íntachables” que se veían al llegar al Juzgado, pues el vocabulario utilizado era simplemente, en extremo sórdido y ordinario de la forma en que lo dirigían las “ministras de fe” de un Tribunal de la República.

LA CAJA BERMELLÓN…

Después del infierno en que se transformó Panguipulli aquel 05 de febrero de 2021, hace ya casi un año, al regresar a casa, casi nada pude dormir. Para aplacar el insomnio, de madrugada, me levanté a escribir una columna de opinión que se tituló: “Alcalde renuncie» la que se publicó a primera hora en el sitio Central Noticias. Así y todo, al regresar a dormir, los gallos comenzaron a cantar, avisando con su canto que amanecía. Apenas aclaró, comí algo a la rápida y bajé al pueblo, que aún dormía, a ver el desastre y las ruinas en que quedó la municipalidad y los servicios públicos. Aún el humo era rey en aquella imagen vivida del día Armagedón. Recorrí con lentitud lo que fue la Municipalidad y los servicios públicos y tratando que la memoria archivarán los que estos ojos no podían creer. De la municipalidad, nada quedaba, del departamento social, había fichas de protección social quemadas o destruidas por el agua que utilizaron las innumerables compañías de bomberos que vinieron a ayudar, que solo era parte del protocolo, ya que nada había que hacer.

Entre los escombros de los edificios públicos, y entre fierros retorcidos, solo destacaba, por su color, una pequeña caja de metal, color bermellón, que casi en su totalidad había sido abrazada y fundida por el fuego, sin piedad. Sin embargo, su tapa resistió estoica, como si quisiera ser identificada por los arqueólogos del futuro. En su parte superior, aún se podía leer, «sencillo». Todo hace indicar que era de una caja pagadora, es probable, del Servicio de Registro Civil e Identificación, seguramente de don Flavio Santana, el que tantos años nos atendió con la humanidad que lo caracteriza. Debajo de la caja bermellón, había una carpeta, que al abrirla, había un escrito presentado en la Fiscalía de Panguipulli en mayo de 2017, la firma era de abogada del Juzgado de Policía Local, quien patrocina con su firma y datos personales una acusación contra un ciudadano de Panguipulli, por parte del ex Alcalde Valdivia, y que su único objetivo era destruir a este ciudadano y su familia, lo que no prosperó, el ex Alcalde salió pillado en su montaje con esta abogada, ya que todos los habitantes supieron con el tiempo la verdad. Esta abogada, terminó siendo parte de su círculo más íntimo del ex Alcalde Valdivia, quien la protegió. Es la misma que sería procesada por la justicia por el caso del Juzgado de Policía Local, donde se coludió con otros para intentar asesinar la imagen del buen juez, Patricio Thomas.

Sin duda, la caja bermellón es del Juzgado de Policía Local…

Nadie rescató nada, pero para que la memoria permanezca, la rescaté, la hice mía y está en uno de los rincones de nuestra casa.

EPÍLOGO

Hoy el trabajo del Juzgado de Policía Local se realiza con diligencia, tranquilidad, apegado a la norma, donde el buen juez, Patricio Thomas, trata de ser justo, ya que nadie es culpable hasta que se demuestra lo contrario. Tiene un equipo nuevo, proactivo y trabajando para consolidarse. Sin embargo, está ahí la situación legal, lo que día a día lo hace retrotraerse en el tiempo, cuando se intentó perjudicar su carrera. Pero la vida sigue, y este abogado cree en la Ley de los hombres, pero también en la Ley divina, que también hace pagar y con creces. La vida sigue y será la vida la encargada de poner las cosas en su sitio.

Hoy el buen juez, Patricio Thomas, es reconocido por ser el juez más sancionador con infractores forestales y la Ley de Protección al Consumidor de la región, al menos en esos dos ámbitos.

Es un ferviente hincha del club de fútbol, Universidad de Chile y padre orgulloso de su hijo, llamado Emilio.

Agradezco la valentía de Patricio y la posibilidad de escribir sobre un gran profesional, parte de una familia extensa que llegó del otro lado del mundo para radicarse en este pequeño retazo de tierra que es Panguipulli y forjar junto a la población originaria del territorio, una ciudad y sus ciudadelas.

GRACIAS PATRICIO THOMAS.

Jorge Muñozo, Escritor.

Panguipulli, febrero 04 de 2022.