La propagación vegetativa es un método mediante el cual las plantas se reproducen sin necesidad de semillas. En lugar de utilizar flores y semillas, las plantas pueden crecer a partir de partes de sí mismas, como ramas, hojas o raíces. El injerto es una de las técnicas de propagación vegetativa, que consiste en unir una porción de tejido procedente de un árbol (en este caso, buenos semilleros) sobre otra planta de la misma especie, de modo que ambas crezcan como una sola planta mejorada.
Este proceso de apoyo a la reproducción de árboles y plantas implica insertar «púas» (pequeños pedazos de tallo) de árboles que crecen en el territorio y que han demostrado producir buenas semillas cada temporada, en plantas jóvenes de la misma especie. El objetivo es que, una vez que los injertos prendan, las plantas mejoradas generen semillas en un plazo de 2 a 3 años, acelerando así la disponibilidad de semillas para iniciativas de restauración ecológica en la zona.
La ventaja de utilizar este proceso es que la planta resultante tiene la información genética de la planta adulta de donde se obtuvo la púa. En esta iniciativa, se emplea este método para potenciar la reproducción de raulí en su propio nicho ecológico en la Cordillera de los Andes, en la comuna de Panguipulli.